lunes, 19 de diciembre de 2011

3 El mito de “sola Scriptura”

Steve Scoggins es un cristiano honesto y bien versado en las Escrituras. Varios años atrás estaba compartiendo con él algunas de estas mismas cosas que he compartido contigo. Después de escuchar cortésmente por treinta minutos, ya no pudo mantenerse callado. Moviendo su cabeza en señal de desaprobación, se expresó con franqueza, diciendo: “Lo siento. Todo ello es muy interesante, pero todo lo que necesito es mi Biblia. Yo no aceptaré nada, si no está en la Biblia.”
Notando que su Biblia se hallaba sobre la mesa al lado de él, le respondí: “Steve, busca un momento el primer libro del Nuevo Testamento.” Rápidamente lo hizo. “Dime, ¿quién escribió ese libro?,” le pregunté.
“Mateo,” respondió sin dudar.
“Ahora, dime porqué crees que Mateo escribió ese libro,” le pregunté.
“Bueno, porque así dice en el margen superior de la página,” respondió con una sonrisa.
“Steve,” expliqué, “ninguno de los nombres que usamos para los libros de la Biblia aparecen en los manuscritos originales. Por ejemplo, Pablo nunca escribió ‘1 Corintios’ en la parte superior de su carta a los corintios. No, todos los nombres de los libros de la Biblia son nombres que añadieron los hombres como medios para ayudarnos a identificar con facilidad aquellos libros.”
Él no me cuestionó en este punto; así que continué: “Ahora, dime, ¿por qué crees que Mateo escribió el primer libro del Nuevo Testamento?”
Steve rápidamente comenzó a hojear el evangelio de Mateo, con la seguridad de que encontraría un lugar donde el escritor se habría identificado así mismo. Pero no encontró nada.
Finalmente lo detuve: “Puedes buscar minuciosamente a través de todo el libro, pero no encontrarás ningún lugar donde se confirme quién es el escritor. Ahora, permíteme decirte por qué crees tú que fue Mateo quien escribió este libro. Tú lo crees así porque ¡los primeros cristianos dicen que Mateo lo escribió!”
Luego fuimos a través del mismo procedimiento con Marcos, Lucas, Juan y Hechos. En cada oportunidad la respuesta era la misma. En ninguno de aquellos libros el escritor se identifica así mismo. En cada caso hemos aceptado sin cuestionar el testimonio histórico de los primeros cristianos.
“Por tanto,” le pregunté, “¿aún sostienes que los escritores de los cuatro evangelios fueron Mateo, Marcos, Lucas y Juan?”
“¡Claro!,” respondió.
“Entonces sí aceptas cosas que no están en la Biblia, después de todo,” dije con una sonrisa.
Todos hacen esto. Si realmente vamos a aceptar sólo la Escritura, entonces tenemos que quitar los nombres de los evangelios “Mateo,” “Marcos,” “Lucas” y “Juan” de nuestras biblias. Tendríamos que reemplazarlos con “Primer evangelio,” “Segundo evangelio,” “Tercer evangelio” y “Cuarto evangelio.” Del mismo modo, “1 Juan,” “2 Juan” y “3 Juan” deberían ser listadas en nuestras biblias sencillamente como tres cartas anónimas.
Además, si vamos a rechazar el testimonio de los primeros cristianos, tendríamos que cuestionar todo nuestro canon del Nuevo Testamento. Algunos cristianos tienen la idea errada de que al fin de la era apostólica, los apóstoles entregaron a la iglesia una colección completa de escritos llamada el “Nuevo Testamento,” la cual contendría todos los libros que poseemos en nuestro Nuevo Testamento. Pero eso no es lo que sucedió.
Al contrario, las primeras congregaciones cristianas reunieron por separado las primeras cartas y relatos escritos por los apóstoles y los discípulos. Los apóstoles nunca dijeron a la iglesia cuáles escritos aceptar y cuáles rechazar. Los primeros cristianos tuvieron que decidir por ellos mismos cuáles eran los escritos originales de los apóstoles y cuáles no, lo cual no fue tarea fácil. Nuestro Nuevo Testamento actual se basa en listas compiladas por los primeros cristianos. Y nosotros confiamos fuertemente en su testimonio.

Un mito desde el comienzo

“Sola Scriptura” (sólo la Escritura) fue el grito de guerra de la Reforma. No obstante, ese eslogan fue un mito desde el comienzo. Aunque uno de los logros notables de Martín Lutero fue su traducción de la Biblia al alemán, él se aseguró de que sus lectores no tuvieran “sólo la Escritura.” Él no quiso que sus lectores se acercaran a la Escritura con una mente en blanco. Y puesto que Lutero introdujo prólogos a cada libro bíblico de su traducción, aquellos prólogos alejaron la atención de sus lectores de las partes de la Escritura que no encuadraban con la teología de Lutero. Por ejemplo, en el prólogo al Nuevo Testamento, Lutero escribió:
Sería justo y propio que este libro apareciera sin ningún prólogo y sin ningún nombre excepto los de sus escritores, y que comunicara sólo su propio nombre y su propio lenguaje. Pero muchas interpretaciones y prólogos fantásticos han llevado el pensamiento de los cristianos al punto donde no saben lo que es el evangelio y lo que es la ley. Ni saben lo que es el Antiguo Testamento, ni el Nuevo. Nos vemos obligados, por tanto, colocar anuncios o prólogos por medio de los cuales el hombre sencillo pueda dirigirse de nuevo en el camino correcto, dejando las ideas antiguas, de modo que no busque leyes y mandamientos donde debería estar buscando el evangelio y las promesas de Dios. . . .
Si yo tuviera que vivir sin una de dos cosas- o sin las obras de Cristo o sin sus predicaciones- escogería vivir sin sus obras antes de vivir sin sus predicaciones. Pues sus obras no me ayudan, pero sus palabras me dan vida, como él mismo dice. Ahora Juan escribe muy poco de las obras de Cristo, pero mucho de sus predicaciones. Pero los otros evangelios escriben mucho de sus obras y poco de sus predicaciones. Por eso, el evangelio de Juan es el verdadero evangelio, amado y preferido mucho más que los otros tres, y estimado mucho más que ellos. Así mismo, las epístolas de Pablo y de Pedro superan a aquellos tres evangelios: Mateo, Marcos y Lucas.
En resumen, el evangelio de Juan y su primera epístola, como también las epístolas de Pablo—especialmente Romanos, Gálatas y Efesios, con la primera carta de Pedro—son los libros que le enseñan de Cristo y le enseñan todo lo que es necesario y bueno que aprenda, aunque no tuviera los demás libros y no oyera nada de sus enseñanzas. Por tanto, la epístola de Santiago es epístola de paja comparado con aquéllas. Pues no contiene nada de la naturaleza del evangelio.44
Lutero afirmó que la única razón por qué él prefería el evangelio de Juan que los otros tres evangelios era que éste contenía más de la predicación de Jesús. Pero eso no es cierto. El evangelio de Mateo contiene casi el doble de la predicación de Jesús que el evangelio de Juan. Una persona no necesita ser muy lista para darse cuenta del verdadero motivo de Lutero. Los libros de la Biblia denigrados por Lutero fueron precisamente los que no apoyaban su teología.
La traducción de Lutero no fue “sola Scriptura,” y algunas de las otras primeras biblias protestantes tampoco lo fueron. William Tyndale produjo la primera traducción protestante de la Escritura en inglés. No obstante, en su traducción se encuentran notas marginales que añaden interpretaciones y comentarios polémicos al texto de la Escritura. Por ejemplo, al lado del texto de 1 Corintios 14:2, lo cual se refiere al hablar en lenguas, Tyndale escribió: “Hablar en lenguas o en el espíritu es para que otros no entiendan, como los sacerdotes en sus ceremonias. Hablar con el entendimiento es hablar para que otros entiendan, como el predicador en los cultos.” Al lado de Apocalipsis 7, Tyndale escribió: “Los profetas, los predicadores y los prelados de la iglesia son llamados ángeles…. Los buenos ángeles aquí en este libro son los verdaderos obispos y predicadores, y los ángeles malvados son los herejes y falsos predicadores.”45 Si Tyndale hubiera creído en “sola Scriptura,” ¿por qué no fue capaz de permitir que la Escritura hablara por sí misma?
La Biblia de Ginebra publicada primero en 1560, fue la obra de protestantes ingleses exiliados refugiados en Ginebra, Suiza. Esta Biblia contenía notas marginales que añadieron interpretaciones a la Palabra de Dios. Un ejemplo es la interpretación de 1 Corintios 14:1. Pablo había escrito a los corintios sobre el profetizar diciendo: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.” La Biblia de Ginebra “ilumina” la palabra “profetizar,” comentando lo siguiente: “es decir, exponer la palabra de Dios para la edificación de la iglesia.”46 Al lado de Apocalipsis 9:1 que habla de “una estrella que cayó del cielo a la tierra,” la Biblia de Ginebra, expresa: “Es decir, los obispos y ministros que abandonan la adoración de Dios y caen del cielo y se convierten en ángeles de oscuridad.”47
Lo que quiero mostrar no son los méritos de tales interpretaciones. Al contrario, sólo estoy destacando el hecho de que todas las primeras biblias protestantes más populares añadieron comentarios interpretativos a lo largo del texto de la Escritura. “Sola Scriptura” ha sido un mito desde el comienzo.

¿Sólo una Biblia simple?

Es triste decir que los protestantes hoy están lejos de “sola Scriptura” al igual que sus antepasados del siglo XVI. Los protestantes de la actualidad compran biblias de estudio interpretativos por millares. Por el término “biblias interpretativas de estudio,” no me estoy refiriendo a las biblias que simplemente proveen mapas, referencias de pasajes paralelos y concordancias como la Biblia de estudio Nave’s o la Biblia de referencia Thompson. No tengo problemas con biblias como éstas.
Pero la mayoría de biblias de estudio van más allá de añadir referencias de pasajes paralelos. Ellas añaden interpretaciones humanas a lo largo de la Escritura. Algunas de estas biblias de estudio con comentarios son las siguientes:
Biblia de estudio Ryrie Biblia de referencia Scofield
Biblia de referencia Salem Kirban
Biblia de estudio NIV
Biblia de estudio de palabras claves hebreo-griego
Lo censurable de las biblias es que se imprimen interpretaciones humanas y prejuicios sobre las mismas páginas donde aparece la Palabra de Dios. ¡Qué audacia increíble! Esto les da a las palabras de los hombres el mismo valor que a la palabra de Dios. Por ejemplo, en la Biblia de estudio de palabras claves hebreo-griego, debajo de la discusión de Pablo sobre el velo en 1 Corintios 11, el comentarista, escribe:
Pablo está escribiendo a los cristianos de Corinto quienes, viviendo en Grecia, por costumbre practicaban las tradiciones griegas: los hombres tenían sus cabezas descubiertas y las mujeres las cubrían; lo cual, sin embargo, era contrario a la tradición judía. Incluso hasta el día de hoy, los varones judíos cubren sus cabezas en la adoración, mas no así las mujeres. La cuestión que enfrentaban los corintios era qué hacer frente a la costumbre existente de su día. El consejo de Pablo es examinar el significado simbólico de la costumbre. Si no era contrario en nada a la Palabra de Dios o a la orden de la creación, acéptenlo. No permitan que surjan discusiones relacionadas a costumbres que simbolizan algo que no es apropiado (v. 13,16).48
¡Oh, Pablo simplemente está dando “consejos” para costumbres griegas humanas! Pero, ¿dijo Pablo algo en cuanto a las costumbres griegas versus las costumbres judías? No, al contrario, él comenzó su discusión, encomendando a los corintios a “retener las instrucciones (tradiciones) tal como os las entregué” (1 Cor. 11:2 la cursiva mía).
Fue Pablo quien entregó la tradición del velo a los cristianos de Corinto, no a los griegos paganos. El comentarista evidentemente está contradiciendo lo que Pablo dijo. Además, no hay nada registrado en los escritos históricos de los primeros cristianos que pudieran confirmar aquellos comentarios. Son especulaciones puramente humanas. No obstante, el comentarista los ubica al lado de la Escritura, donde podrá influenciar al lector del mismo modo que lo hace la Escritura.
En realidad, las biblias de estudio a menudo tienen el efecto de dar a las palabras del hombre más valor que a las palabras de Dios. Me he sentado lo suficiente en reuniones de estudios bíblicos para saber que inevitablemente los lectores tomarán las opiniones del comentarista por encima del lenguaje literal de la Escritura. No estoy eligiendo la Biblia de referencia hebreo-griego para criticarla. Ejemplos similares pueden sacarse de todas las biblias interpretativas de estudio ya mencionadas. Si “todo lo que necesitamos es la Biblia,” como públicamente lo proclamamos, ¿por qué utilizamos semejantes biblias interpretativas?

Otras adiciones a la Escritura

“Pero yo no uso biblias de estudio,” podrías estar diciendo. Es encomiable. Sin embargo, me aventuraría a decir que todavía no estás utilizando sólo la Biblia. Por ejemplo, ¿utilizas los comentarios y diccionarios bíblicos? ¿Lees literatura cristiana? ¿Y qué de escuchar sermones? Si utilizas alguna de estas cosas, entonces no estás usando sólo la Biblia.
Si verdaderamente creyéramos que todo lo que necesitamos es sólo la Biblia, entonces no estaríamos usando todas estas ayudas. Una iglesia que no usa nada sino la Biblia, sería una iglesia que simplemente leyera de la Escritura todos los domingos, sin ningún comentario o sermón. No conozco ninguna iglesia así. ¿Tú? Tampoco estoy proclamando que los cultos en nuestras iglesias sean así.
El punto es que todos nosotros usamos algo más aparte de la Escritura. El único problema es qué deberíamos usar. ¿Permitiremos que el testimonio histórico de la iglesia primitiva alumbre la Escritura? ¿O confiaremos en el testimonio moderno de nuestros pastores, escritores cristianos y teólogos? Éste es el problema.

Lo que añadimos a la Escritura y lo que quitamos

Muchas iglesias hoy se jactan de usar “sólo la Biblia.” Ellas afirman que no añaden ni quitan nada de la Escritura. Normalmente, tales iglesias no utilizan los escritos de la iglesia primitiva. Quizá tú pertenezcas a tal iglesia. Y por supuesto, como ya hemos visto, tales iglesias sí utilizan algo más aparte de la Escritura; puesto que leen literatura cristiana y escuchan sermones. Y a lo menos, añaden argumentos de porqué no tenemos que obedecer literalmente la Escritura.
Además, usualmente los miembros de aquellas iglesias son incapaces de expresar lo que creen sin usar términos que no se encuentren en la Escritura. Me refiero a término tales como avivamiento, legalismo, trinidad, encarnación, misionero, el llamado al altar y la experiencia del nuevo nacimiento. Incluso el término Biblia no es un término escritural. No estoy diciendo que hay algo malo en dichos términos. Algunos de ellos como trinidad, hemos tomado prestado de la iglesia primitiva. Lo que quiero demostrar es que todos nosotros hemos añadido tantas cosas a la Escritura que la mayoría de nosotros no podríamos ni siquiera hablar de lo que creemos sin usar términos que no se encuentren en la Escritura.
Si alguien te preguntara qué enseña tu iglesia, ¿serías capaz de simplemente darle el Nuevo Testamento y decirle que lo lea? Si crees que todo lo que necesitamos es la Escritura, tendrías que ser capaz de hacer eso.
Si nuestras iglesias verdaderamente creen sólo en la Escritura y usan la Biblia como su única guía, ¿por qué borran y pasan por alto muchas cosas de la Escritura? “Pero mi iglesia no lo hace,” podrías responder. Bueno, veamos. Hemos estado enfocándonos en la primera carta de Pablo a los corintios. ¿Cree y practica tu iglesia todas las cosas enseñadas en ella? Estoy hablando de cosas como:
1. Que los hombres oren con sus cabezas descubiertas y las mujeres oren con sus cabezas cubiertas (1 Cor. 11:3-16).
2. No juntarse con hermanos que son fornicarios, avaros, idólatras, maldicientes, borrachos o ladrones (1 Cor. 5:11).
3. No llevar a la corte a ningún hermano (1 Cor. 6:1-7).
4. Usar adecuadamente los dones espirituales (1 Cor. 12).
5.Que las mujeres callen en la congregación (1 Cor. 14:34).
6.Saludarse el uno al otro con ósculo santo (1 Cor. 16:20).
¿Cree y practica tu iglesia las instrucciones que Pablo dio en sus otras cartas? Tales como:
1.Elegir obispos y diáconos basados en los requisitos ordenados por Pablo en 1 Timoteo 3.
2.Que las mujeres se vistan “de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos” (1 Tim. 2:9).
3.Que los hombres oren levantando manos santas (1 Tim. 2:8).
4.Que sea puesta en la lista la viuda no menor de sesenta años, que cumpla con los otros requisitos dados en 1 Tim. 5:9-10.
¿Cree y práctica tu iglesia las instrucciones que Jesús dio a sus seguidores? Tales como: 1.“No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:39).
2.“Y al que quiere ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa” (Mateo 5:40).
3.“No os hagáis tesoros en la tierra” (Mateo 6:19).
4.“No juréis en ninguna manera; ni por el cielo… ni por la tierra” (Mateo 5:34,35).
5.“El que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mateo 5:32).
Podría continuar, pero son suficientes para aclarar mi punto. Y mi punto es que, para mi conocimiento, ninguna iglesia hoy enseña y practica todas las cosas que enseñan las Escrituras. Pero, si nuestras iglesias en verdad usaran sólo la Biblia, no quitando ni añadiendo nada, entonces todas las iglesias deberían ser obedientes en todas estas cosas. En contraste, la iglesia del segundo siglo practicaba todas las cosas ya mencionadas, juntamente con las otras enseñanzas del Nuevo Testamento.
Sin embargo, supongamos por un momento que nosotros obedecemos todas aquellas cosas. Supongamos que en verdad no añadimos nada a la Escritura. En otras palabras, supón que nuestro cristianismo deriva solamente de las páginas escritas en la Escritura. Incluso si ése fuera el caso, aún necesitaríamos los escritos de los primeros cristianos para ser obedientes a la Escritura. Así es debido a que hay un problema.

Notas:
44. Martín Lutero, Works of Martin Luther, ed. Henry Eyster Jacobs, vol. 6 (Rapids: Baker Book House, 1982), p. 439-444.
45. William Tyndale, modern spelling by David Daniel, Tyndale’s New Testament (New Haven, Ct: Yale University Press, 1989).
46. Ibid.
47. Geneva Bible: A Facsimile of the 1560 Edition (Madison, WI: University of Wisconsin Press, 1969).
48. Ibid.


2 El otro problema

El otro problema es que casi todos nosotros leemos las Escrituras a través de una traducción. Y de alguna forma todas las traducciones son interpretaciones. Y no son interpretaciones sin prejuicios.
Los traductores de la Biblia son inevitablemente los productos de seminarios o universidades. Aun aquellos que tienen una mente más abierta y son más honestos intelectualmente, no empiezan sus traducciones con mentes en blanco. Siempre mantienen algún tipo de prejuicios según su teología, sea liberal o evangélica, protestante o católica. Muchos de ellos ven las Escrituras según su propia teología, lo cual afecta sus traducciones. Muchas veces los prejuicios de los traductores son tan fuertes que están dispuestos a cambiar un texto bíblico para acomodarlo a sus ideas preconcebidas.

Las Escrituras alteradas

El clásico ejemplo de tales traducciones con prejuicios es la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras,” publicada por los Testigos de Jehová. En pasajes incontables esta traducción añade palabras al texto bíblico para apoyar la teología de los testigos. Para probar, la traducción del Nuevo mundo traduce Colosenses 1:16 que habla de Cristo de esta forma “porque por medio de él todas las [demás] cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles... Todas las [demás] cosas han sido creadas mediante él y para él.” Para apoyar su doctrina de que Jesús es parte de la creación, aquellos traductores se vieron obligados a añadir la palabra “demás” al texto. Por lo menos eran suficientemente honestos al ubicar la palabra añadida entre corchetes.
Lamentablemente los Testigos de Jehová no son los únicos culpables de manipular las Escrituras a propósito para apoyar sus doctrinas. Los evangélicos no son menos culpables. Por ejemplo, Martín Lutero no tenía reservas en añadir palabras a las Escrituras para reforzar su teología. El ejemplo más famoso es la adición de la palabra “sólo” a Romanos 3:28, haciéndolo decir: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado sólo por fe sin las obras de la ley.” Cuando le llamaron la atención por esto, Lutero respondió diciendo: “Si tu sacerdote se molesta tanto por la palabra “sólo,” dile de una vez que ‘El doctor Martín Lutero lo quiere así’ y dile, ‘Sacerdote y burro son una y la misma cosa.” 50
Sin embargo, el ejemplo más descarado de las traducciones que se hacen de las Escrituras es quizá The Living Bible. En la actualidad, se vende más copias de ella que todas las traducciones de la Biblia, excepto la New International Version, la versión King James y la Nueva versión King James.51 The living Bible pretende ser una traducción parafraseada que expresa “lo más exactamente posible de lo que los escritores de la Biblia querían decir.”52 No obstante, dicha traducción debería ser catalogada como un comentario, no como una traducción de la Biblia, puesto que altera muchos textos bíblicos. Permíteme ilustrarte.
Pablo escribió a los Romanos: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificado por la ley y los profetas” (Ro. 3:20,21) Nota cómo The Living Bible altera groseramente el texto: “Ahora, ¿puedes verlo? Ninguno puede ser hecho justo a la vista de Dios, por hacer los mandamientos de la ley. Porque cuanto más sabemos de las leyes de Dios, con más claridad llegamos a saber que estamos desobedeciéndolas; sus leyes sirven sólo para hacernos ver que somos pecadores. Pero Dios ahora nos ha mostrado un camino diferente para ir al cielo, no siendo suficientemente bueno e intentando guardar sus leyes, sino por un nuevo camino (aunque no es nuevo, realmente, pues las Escrituras hablaron de él tiempo atrás).”
¿Es ésa la traducción “más exactamente posible” de lo que Pablo quiso decir? Pues el traductor ha duplicado literalmente el tamaño del texto por todas sus adiciones humanas. De ningún modo es ésa una traducción, ni siquiera una parafraseada de lo que Pablo dijo. Es una interpretación: un comentario. Sin embargo, The Living Bible es usada y respaldada por miles de pastores evangélicos. ¿Qué doble estándar tenemos! Nosotros criticamos a los Testigos de Jehová por alterar la Palabra de Dios, y paradójicamente sonreímos con aprobación cuando uno de los nuestros hace lo mismo y altera la Biblia en un grado mayor.
En la actualidad la Biblia mayor vendida en los Estados Unidos es la Nueva Versión Internacional.53 Sin duda ha llegado a ser muy popular por el trabajo excelente de los traductores, ya que es una traducción en un inglés moderno y fluido. Pero lamentablemente, ellos tampoco resistieron a la tentación de alterar la palabra de Dios. Un ejemplo es su traducción de Romanos 2:28: “Un hombre no es judío si sólo lo es exteriormente, ni es la circuncisión simplemente externa y física.” Ni la palabra “sólo” ni la palabra “simplemente” están en el texto griego. La adición de aquellas palabras puede cambiar bastante el significado de Pablo. La traducción de la nueva versión internacional implica que una persona debe ser primero un judío exteriormente antes que pueda serlo interiormente. Pero eso no es lo que Pablo dijo.
Aún peor es el comentario en el margen de la referida traducción ubicado en el pie de página del pasaje que hemos estado estudiando en 1 Corintios. Este comentario marginal dice lo siguiente: “Todo hombre que profetiza con el cabello largo deshonra su cabeza. Y toda mujer que ora o profetiza sin una cubierta (de cabello) sobre su cabeza, deshonra su cabeza- ella es como una ‘mujer rapada’. Si una mujer no tiene cubierta, que se corte el cabello ahora; pero ya que es una desgracia para una mujer trasquilarse o raparse el cabello, debería hacerlo crecer otra vez. Un hombre no debería tener el cabello largo” (1 Cor. 11:4-7). Esto es tan malo como The Living Bible. Esta traducción de ningún modo es una traducción opcional del texto griego. No es más que una fantasiosa interpretación o un comentario.
La razón por qué estoy mencionando estos ejemplos es para ilustrar que los prejuicios humanos a menudo alteran las mismas palabras que aparecen en las páginas de nuestras biblias.
Nosotros podemos minimizar aquellos prejuicios, usando una traducción literal, tales como la New American Standard o King James Version (o la versión española de Reina-Valera). Pero aún aquellas traducciones contienen un cierto grado de interpretación en ellas. De hecho, incluso si tú fueras experto en la lengua griega koine y pudieras leer el texto griego por ti mismo, aún estarías añadiendo una buena parte de tus interpretaciones de traducción al texto de la Escritura. Es inevitable. Déjame explicarte.
Primero, muchas de las palabras griegas tienen más de un significado, como la mayoría de las palabras en inglés y español. Por consiguiente, el traductor tiene que realizar una interpretación seleccionando qué definición aplicar a cada versículo.
Segundo, en la mayoría de los textos antiguos del Nuevo Testamento que nosotros tenemos, cada letra de cada palabra está en mayúscula. El efecto sería el mismo que si los textos hubiesen sido escritos todos con letras minúsculas. Cuando alguien traduce estos textos al español, debe decidir qué palabras capitalizar. Es posible afectar en alto grado el significado de una palabra, si la traducimos en mayúscula o en minúscula. Por ejemplo, la palabra griega pneuma (espíritu) aparece 27 veces en la carta de Pablo a los Romanos. Para cada situación, el traductor debe interpretar si Pablo está hablando del Espíritu Santo o de nuestro espíritu.

¿Espíritu o espíritu?

Nota cómo la versión en inglés New American Standard traduce Romanos 8:4-6: “Para que la exigencia de la Ley pueda ser cumplida en nosotros, a los que no caminamos según la carne, sino según el Espíritu. Porque los que son de la carne fijan sus mentes en las cosas de la carne, pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente fija en la carne es muerte, pero la mente fija en el Espíritu es vida y paz.” Como puedes notar, los traductores de la New American Standard interpretaron a Pablo que éste estaba contrastando la carne con el Espíritu Santo. Y pueden estar en lo correcto.
Al mismo tiempo, Pablo pudo haber estado hablando de nuestro espíritu humano, contrastando nuestra carne con nuestro espíritu. Si eso es lo que Pablo quiso decir, entonces el mensaje a los romanos es considerablemente diferente de lo que predicaron los reformadores. Uno de los textos favoritos de Lutero era Romanos 7:18: “Porque yo sé que nada bueno mora en mí, es decir, en mi carne.” ¿Está diciendo Pablo que nada bueno mora en el ser humano (como Lutero lo interpretó)? ¿O estaba diciendo que nada bueno mora en nuestra carne (contrastada con nuestro espíritu)?54 Esto no es simplemente una trivialidad técnica. Como dije antes, algunas doctrinas básicas de la Reforma pueden girar, si algunos de estos versículos están diciendo o Espíritu o espíritu.
La palabra “espíritu” puede incluso tomar un tercer significado: “Pero ahora que hemos sido librados de la Ley, hemos muerto a aquello que estábamos sujetos, de modo que sirvamos en el régimen nuevo del Espíritu y no en el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:6). Esta traducción de la New American Standard interpreta a Pablo como si estuviera contrastando el “régimen viejo de la letra” con el “régimen nuevo del Espíritu Santo.” Pero quizá estaba contrastando el régimen viejo de la letra literal de la ley con el régimen nuevo del espíritu de la ley. Un significado bastante diferente. Sin embargo, ninguna de las dos traducciones es lingüísticamente correcta.
Nuestro propósito hasta aquí no es desviarnos hacia una discusión teológica. Más bien, estoy ilustrando la falacia de nuestra afirmación de que nos apoyamos “sólo en la Biblia.” No tenemos otra opción, sino añadir algo a la Biblia. En lo más mínimo, tenemos que añadir una interpretación de cómo traducir el griego.
El problema de capitalizar las palabras no es el único problema de interpretación al traducir el griego antiguo. El griego del Nuevo Testamento no tiene comas ni comillas. En consecuencia, el traductor tiene que decidir dónde ubicar las comas y las comillas. Yo sé muy bien como abogado cómo la ubicación de una coma puede cambiar significativamente el significado de una oración.
No estoy mencionando todas estas cosas para estropear tu confianza en las Escrituras. Al contrario, deseo que tu confianza se base en la verdad y en un sano razonamiento, no en la ceguera. Nuestras traducciones de la Biblia necesitan decir las cosas de la manera como los apóstoles tenían pensado decirlas.

¿Una traducción de la iglesia primitiva?

Otra vez, nos encontramos a nosotros mismos en una coyuntura familiar en el camino: ¿Deberíamos apoyarnos en el entendimiento histórico de los primeros cristianos cuando traducimos el Nuevo Testamento? ¿O deberíamos apoyarnos en nuestros propios entendimientos? ¿Cómo podemos evaluar cuán bíblicas o no eran las enseñanzas de los primeros cristianos, sino hasta traducir la Escritura de la manera que ellos la entendieron?
Ha habido más de cincuenta diferentes traducciones del Nuevo Testamento al inglés. No obstante, ninguna de estas traducciones ha tenido el propósito de traducir el griego del modo como lo entendieron los primeros cristianos. Pero, ¿qué lugar mejor hay que ir a la evidencia histórica para saber cómo fueron usados y entendidos los términos del Nuevo Testamento por las personas que vivieron en aquella época?
¿Realmente pensamos que entendemos el griego informal del Nuevo Testamento mejor que los cristianos del segundo siglo? Recuerda, de la mayoría de ellos, el griego koine era su idioma de todos los días. ¿No nos enseñaría el sentido común que, puesto que el texto griego puede ser traducido en más de una manera (como Espíritu vs. espíritu), nosotros deberíamos apoyarnos fuertemente en su entendimiento sobre lo que los escritores bíblicos estaban diciendo, en lugar de apoyarnos en el nuestro? Después de todo, algunos de ellos tenían la oportunidad de pedir aclaraciones a Pablo.
En breve, muy pocas personas realmente utilizan “sólo la Biblia” como su única fuente de autoridad. En la vida real, la gran mayoría de lectores bíblicos añaden tradiciones e interpretaciones de traducción al texto literal de la Escritura. ¿No dispone el sentido común que deberíamos recurrir al registro histórico para nuestras tradiciones y traducciones? Pero todavía tú puedes tener algunas preguntas sinceras acerca de los escritos de la iglesia primitiva antes de precipitarse. Veamos algunas de las preguntas con las que frecuentemente se me interroga.

1 El problema entre nosotros y los primeros cristianos

Por qué la iglesia moderna necesita escuchar a la iglesia primitiva

Esta es una afirmación muy atrevida. Déjame repetirla: Si no añadimos algo a las Escrituras, no estaríamos mostrando obediencia a ellas. Antes que me quemes en la estaca, permíteme explicar.
Veamos la Biblia en 2 Tesalonicenses 2:15: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” Pablo dijo a los cristianos de tesalónica que no debían basarse sólo en las Escrituras. Ellos tenían que obedecer lo que enseñaban los apóstoles ya sea por carta u oralmente.
Permíteme hacerte una pregunta: ¿Tú obedeces lo que los apóstoles enseñaron por palabra u oralmente? ¿No estamos obligados a obedecer lo mismo que ellos? Si los tesalonicenses estuvieron obligados a obedecer lo que Pablo enseñaba oralmente, ¿estamos nosotros menos obligados?
En su misma carta a los tesalonicenses, Pablo enfatizó otra vez la necesidad de obedecer la tradición apostólica: “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza (tradición) que recibisteis de nosotros.” (2 Tes. 3:6) Y como notamos en 1 Corintios 11:2, Pablo alabó a los corintios porque “retenéis las instrucciones (tradiciones) tal como os las entregué.”49
A mí me enseñaron que todas las tradiciones son malas. El pasaje bíblico que siempre viene a mi mente cuando escucho la palabra “tradición” son las palabras de Jesús a los fariseos: “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición” (Mateo 15:6). Sin embargo, éste es sólo uno de los pasajes en el Nuevo Testamento que habla de la tradición. Hay malas tradiciones y buenas también. Hay tradiciones apostólicas y hay tradiciones humanas. La tradición apostólica confirma las Escrituras. La tradición humana las invalida.
Volvamos a nuestra discusión acerca del velo. Como he dicho, éste no es un libro acerca del velo. Sin embargo, el tema ilustra muy bien lo que quiero demostrar. Piensa en la tradición que recibiste concerniente al velo. ¿Te ayuda eso a obedecer lo que la Escritura enseña sobre el tema o “invalida los mandamientos de Dios”? La tradición apostólica, que fue establecida oralmente por los apóstoles, nunca invalida la Escritura.
Pero, ¿cómo podemos saber lo que enseñaron los apóstoles oralmente? Bueno, ¿cómo pudieron saber las primeras generaciones de cristianos de Tesalónica lo que enseñaron los apóstoles oralmente? Sin duda ellos le preguntarían a la primera generación. Correcto. ¿Y cómo pudo saber la tercera generación? Ellos le habrían preguntado a la segunda generación.
Por consiguiente, ¿dónde nos deja eso a nosotros, decenas de generaciones después? Si usamos el sentido común, nos deja en la misma situación que a los cristianos de la tercera o cuarta generación. Es así porque nosotros tenemos el registro histórico de las creencias y prácticas de las primeras generaciones de cristianos. De hecho, la tradición apostólica está mejor certificada que otros muchos relatos históricos.

¿Qué es la tradición apostólica?

“¿Estás diciendo que a no ser que una persona lea los escritos de los primeros cristianos, no puede ser salvo o ser un verdadero cristiano?,” usted podría preguntarse. No, no estoy diciendo eso para nada. Si una persona encontrara el Nuevo Testamento en el desierto y nunca leyera nada, sino sólo este libro, ella tendría todo lo necesario para saber el camino a la salvación y tener una relación íntima y obediente con Dios. De hecho, si eso fuera todo lo que ella tuviera, estaría en una posición mejor que mucho de nosotros. Esto es porque aquella persona no tendría todas nuestras tradiciones humanas. Y tampoco tendría razonamientos preparados para ignorar la Escritura.
Permíteme tranquilizarte. Las enseñanzas o las tradiciones orales de los apóstoles no contienen doctrinas teológicas que no tengan base en la Escritura. Tampoco contienen enseñanzas morales que no sean una aplicación de lo que ya está en la Escritura. Entonces, ¿qué valor tienen? Mucho.
El principal valor y el papel de la tradición apostólica fue aclarar y explicar las cosas que estaban escritas en la Escritura. Nosotros vemos la necesidad de exponer y explicar la Escritura. ¿Crees que los apóstoles no vieron la misma necesidad? Los apóstoles no abandonaron a la iglesia a un caos de opiniones teológicas variadas, como nosotros hoy. Ellos no abandonaron a los cristianos del primer siglo en una situación en la que tendrían que adivinar cuáles enseñanzas morales debían ser aplicadas. No, la iglesia primitiva fue un cuerpo porque tenía la tradición apostólica a lado de la Escritura. La iglesia no tenía que adivinar lo que la Escritura quería decir, pues tenía las explicaciones dadas por los apóstoles.
La tradición apostólica les suplía con otra ayuda clave: el método apropiado de practicar las “ordenanzas.” Por este término, me refiero a cosas tales como el modo de bautizar, la realización de los cultos de la iglesia, los días de la semana en que debían reunirse para adorar, cómo practicar la santa cena o con qué frecuencia debía ser participada y la naturaleza y frecuencia de los ágapes o banquetes de amor. La Biblia nos da algunas pistas sobre estas cosas, pero no nos da instrucciones explícitas.
En la realidad, el problema principal no es “sólo la Biblia” versus “la Biblia más la tradición.” Al contrario, el problema es “la Biblia más la tradición apostólica” versus “la Biblia más las tradiciones humanas.” Esto se debe a que todo cristiano se adhiere a algún tipo de tradición: o es a la tradición apostólica o a la tradición hecha por los hombres. Mi diccionario define tradición como “la entrega de creencias, costumbres, etc. de manera oral de generación a generación.” En consecuencia, todo sermón que has oído es una forma de tradición. Toda porción de la literatura cristiana que has leído es una tradición extra bíblica.
Si tu iglesia tiene una posición sobre cómo armonizar Romanos y Santiago, ésa es una tradición. Si tiene explicaciones para armonizar otros pasajes bíblicos aparentemente contradictorios, también es tradición. Si tu iglesia defiende un modo particular de bautizar, o si no defiende ninguno, es tradición. Si tu iglesia participa de la santa cena cada semana, o cada mes, o cada quincena, o sólo una vez al año es porque tiene alguna tradición en cuanto a la santa cena. Aun la naturaleza y frecuencia de los cultos de la iglesia son una tradición.
Realmente no hay un camino para evitar las tradiciones. Siendo ése el caso, ¿no es simplemente sentido común intentar determinar cuáles eran las tradiciones de los apóstoles y seguirlas? Los primeros cristianos sostenían específicamente que todas sus enseñanzas, prácticas y ordenanzas les habían sido entregadas por los apóstoles. Ellos se encontraban en una posición para hacer esta afirmación. Nosotros, no.
Peculiarmente, a través de los últimos 500 años, todas nuestras iglesias se dividieron debido a problemas que tuvieron que ver con la tradición apostólica. Por tanto, ¿no es razonable hacer lo más humilde que podemos hacer: mirar el registro histórico para descubrir la auténtica tradición apostólica y luego seguirla? ¿Es quizá debido a nuestro orgullo?

Las costumbres de la iglesia

Hay otros asuntos comprendidos por la tradición apostólica que llamaremos “costumbres de la iglesia.” Estas son prácticas de la iglesia primitiva que no tienen referencias directas en la Escritura. Estoy hablando de cosas como: su conmemoración anual del día de la resurrección de Cristo, sus pinturas o tallados de la figura de la cruz en hogares y en lugares de adoración, su señal de la cruz en la frente de un nuevo bautizado, su uso del símbolo del ichthys o pescado en el arte cristiano, sus ayunos los miércoles y viernes, sus oraciones diarias a las 9:00 am., a las 12:00 m. y a las 3:00 pm., sin mencionar los tiempos no programados de oración.
No estoy insistiendo que los cristianos sigan estas prácticas que no tengan referencias directas en la Escritura. Sin embargo, estoy convencido que muchas de estas cosas, pero no todas ellas probablemente, fueron en verdad tradiciones entregadas por los apóstoles. Por ejemplo, hay un firme testimonio histórico que la conmemoración anual de la resurrección de Cristo fue una tradición establecida por los apóstoles. Los primeros cristianos la llamaron pascua.
No obstante, estamos sobre una tierra movediza cuando nuestra única razón para una práctica dada es que sea mencionado en los escritos de los primeros cristianos. Creo que el camino más sabio es simplemente seguir las costumbres que tengan una referencia en el Nuevo Testamento. Yo he visto demasiados cristianos que se desvían porque empezaron a seguir costumbres y tradiciones que no tienen una base clara en la Escritura. Si una costumbre o práctica es esencial para la fe cristiana, será mencionada en la Escritura.
El camino más seguro siempre es seguir las Escrituras de la manera más literal posible. Pero aún hay otro problema.
Notas;
49. Los términos enseñanza e instrucción en 2 Tes. 3:6 y 1 Cor. 11:2 que se encuentran en la Reina-Valera, se traduce como tradición en la versión de la Biblia en inglés New American Standard Bible. De aquí que el autor de este libro base sus argumentos en dicha traducción.

DICCIONARIO BIOGRÁFICO DE LOS ESCRITORES DE LA IGLESIA PRIMITIVA

ARÍSTIDES 125 d.C. Filósofo natural de la ciudad de Atenas quien escribió una de las primeras apologías.

ARQUELAO 250-300 d.C. Obispo de la iglesia que debatió públicamente con un maestro gnóstico llamado Manes. De este debate existe aún el informe histórico.

ARNOBIO 260-303 d.C. Apologista cristiano que escribió poco antes de que subiera Constantino al trono. Lactancio era uno de sus alumnos.

ATENÁGORAS 150-190 d.C. Apologista cristiano. Antes de su conversión fue un filósofo griego. Su apología se presentó a los emperadores Marcos Aurelio y Comodo alrededor del año 177.

BERNABÉ, antes de 150 d.C. Escritor de una carta que circulaba extensamente entre los primeros cristianos. Los primeros cristianos por lo general creían que Bernabé, el compañero del apóstol Pablo, escribió esta carta, pero muchos de los eruditos actuales dudan que él fuera el escritor.

CELSO 125-175 d.C. Filósofo pagano romano que escribió un ataque feroz contra el cristianismo, al cual respondió Orígenes brillantemente.

CLEMENTE DE ROMA 30-100 d.C. Obispo del primer siglo de la iglesia de Roma. Evidentemente un compañero personal de los apóstoles Pedro y Pablo (Filipenses 4.3) Escribió una carta a los corintios hacia el fin del primer siglo.

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA 150-200 d.C. Instructor de nuevos conversos Otro filósofo que halló el cristianismo en su búsqueda de la verdad fue Clemente. Viendo la vanidad de la filosofía humana, se volvió a Cristo. Después de convertirse en cristiano, viajó por todo el imperio romano, aprendiendo los preceptos de la fe cristiana personalmente de los maestros cristianos más ancianos y estimados. Los escritos de Clemente, fechados hacia el año 190, reflejan la suma de la sabiduría de sus maestros. Con el tiempo, Clemente se mudó a Alejandría, Egipto. Fue ordenado anciano en aquella congregación y encargado de instruir a los nuevos conversos. Orígenes era uno de sus alumnos. Por lo general se le llama “Clemente de Alejandría” para distinguirlo de otro Clemente, quien era obispo de la iglesia en Roma a fines del primer siglo.

CIPRIANO 200-258 d.C. Un rico que todo lo entregó a Cristo Uno de los alumnos espirituales de Tertuliano se llamaba Cipriano. Había sido romano rico, pero se convirtió en cristiano a la edad de 40 años. Aunque alumno de Tertuliano, no se unió a los montanistas. Siempre se opuso a los herejes y a las tendencias sectarias. Como cristiano recién convertido, Cipriano estaba tan agradecido por su vida nueva en Cristo que vendió todo lo que tenía y lo repartió a los pobres. Se gozó de estar libre del peso de las responsabilidades de sus posesiones materiales. Sus escritos contienen unas de las palabras más conmovedoras que jamás se han escrito acerca del nuevo nacimiento del cristiano. Su entrega total a Cristo pronto ganó el respeto de la iglesia en Cartago. Después de unos pocos años, en una decisión sin precedente, le llamaron a ser obispo de la iglesia allí. Los escritos de Cipriano tienen un valor especial ya que constan mayormente de cartas personales a otros ancianos cristianos e iglesias. En sus cartas vemos los intereses y los problemas diarios de las congregaciones cristianas de aquel entonces. Muchas de las cartas que él escribió todavía existen, como también las cartas que le fueron escritas. Cipriano se vio obligado a trabajar como pastor clandestinamente, ya que durante la mayor parte de su ministerio rugía la persecución contra la iglesia. Como pastor, trabajaba incansablemente, dando su tiempo y su vida por el rebaño de Cristo que le había sido encomendado. Al fin, fue aprehendido por los romanos y decapitado en el año 258.

EUSEBIO 270-340 d.C. Obispo de la iglesia de Cesarea cuando Constantino ascendió al trono. Escribió una historia de la iglesia, detallando al cristianismo desde los días de Jesús hasta el tiempo de Constantino.

GNÓSTICOS El grupo más grande de herejes durante el período de la iglesia primitiva. El gnosticismo empezó mientras vivía el apóstol Juan y siguió bajo varios nombres hacia la mitad de la Edad Media. Había muchas variaciones en su doctrina, pero todos tenían unos puntos en común, entre ellos éstos: (1) Afirmaban haber recibido una ciencia superior (gnosis) de Dios; (2) creían que los humanos fuimos creados por un dios inferior, dios que no era el Padre de Jesús; y (3) creían que el Hijo de Dios no se hizo hombre en verdad.

HERMAS, antes de 150 d.C. Autor de una obra alegórica titulada El Pastor, la cual se leía extensamente en las iglesias cristianas primitivas y era muy estimada por ellas. Algunos de los primeros cristianos creían que el autor era el mismo a quien se refirió el apóstol Pablo en Romanos 16.14, pero su testimonio no se puede confirmar.

HIPÓLITO 200 d.C. Obispo de la iglesia, escritor, mártir, y alumno de Ireneo. Su obra más importante se titula La refutación de todas las herejías.

IGNACIO 105 d.C. Obispo de la iglesia de Antioquía y discípulo personal del apóstol Juan. Fue ejecutado hacia el fin del primer siglo.

IRENEO 120-205 d.C. Eslabón importante con los apóstoles Uno de los discípulos personales de Policarpo fue Ireneo, quien después se mudó a Francia como misionero. Cuando el obispo de la congregación en Lyon fue muerto en una ola de persecución, Ireneo fue llamado para tomar su lugar. La iglesia en todo el mundo elogiaba a Ireneo como hombre justo y piadoso. Como discípulo de Policarpo, quien a su vez era discípulo del apóstol Juan, Ireneo sirve como eslabón importante con la época de los apóstoles. Fue martirizado cerca del año 200.

JUSTINO MÁRTIR 110-165 d.C. Filósofo convertido en evangelista Durante la vida de Policarpo, un filósofo joven llamado Justino emprendió un viaje espiritual en búsqueda de la verdad. El solía andar en un campo solitario que miraba hacia el Mar Mediterráneo para meditar. Un día mientras andaba allí vio que un anciano caminaba tras él. Deseando la soledad, Justino se dio vuelta y miró bruscamente al anciano intruso. Pero el anciano no se molestó. Más bien comenzó a conversar con Justino. Al aprender que Justino era filósofo, el anciano le hizo preguntas escudriñadoras, preguntas que ponían a la luz lo vacío de la filosofía humana. Años después, Justino contó los recuerdos de aquel encuentro, escribiendo: “Cuando el anciano había terminado de hablar estas cosas y muchas más, se fue, exhortándome a que meditara en lo que había hablado. Desde entonces no lo he visto, pero de inmediato una llama se encendió en mi alma. Me inundó un gran amor por los profetas y los amigos de Cristo. Después de reflexionar más en lo que el anciano me había dicho, me di cuenta de que el cristianismo era la única filosofía verdadera y valiosa.” Aun después de convertirse al cristianismo, Justino siempre se ponía su túnica de filósofo para dar a conocer que él había hallado la única filosofía verdadera. En verdad, él se convirtió en evangelista para los filósofos paganos. Dedicó su vida a aclarar el significado del cristianismo a los romanos cultos. Sus defensas escritas a los romanos son las apologías cristianas más antiguas que existen. Justino se demostró evangelista capacitado. Convirtió a muchos romanos a la fe cristiana, tanto cultos como incultos. Al fin, un grupo de filósofos, tramando su muerte, le mandaron aprehender. Justino escogió morir antes de negar a Cristo. Fue martirizado hacia el año 165 durante el reinado de Marco Aurelio. Después de su muerte, fue conocido por muchos como Justino el mártir.

LACTANCIO 260-330 d.C. Maestro del hijo del emperador Lactancio es poco conocido a los cristianos de hoy en día. En esto, nosotros perdemos, porque Lactancio escribió con claridad y elocuencia extraordinaria. Antes de convertirse al cristianismo, fue instructor célebre de la retórica. Aun el emperador Diocleciano le alabó. Después de su conversión, dedicó sus habilidades literarias a la causa de Cristo. Sobrevivió la última gran persecución de los romanos contra la iglesia al principio del cuarto siglo. Con el tiempo, hizo su hogar en Francia. Aunque Lactancio era muy anciano cuando Constantino se hizo emperador, éste le pidió que volviera a Roma para ser el profesor particular de su hijo mayor. Los escritos de Lactancio tienen gran importancia para nosotros porque se escribieron al final de la época pre-Constantina de la iglesia. Demuestran ampliamente que la gran mayoría de las creencias cristianas habían cambiado muy poco durante los 220 años entre la muerte del apóstol Juan y el principio del reinado de Constantino. Su obra cristiana principal se titula Introducción a la religión verdadera, o Los institutos divinos.

MARCIÓN 110-165 d.C. Gnóstico prominente del segundo siglo. Formó su propia iglesia y formuló su propio Nuevo Testamento.

MARCO MINUCIO FELIX 170-215 d.C. Licenciado romano que se convirtió al cristianismo. Escribió una apología brillante en pro del cristianismo, en forma de un diálogo entre un cristiano y un pagano. En la obra actual se cita por el nombre “Félix.”

MELITÓN 190 d.C. Obispo de Sardis y en Asia y un escritor prolífico. Desafortunadamente, sólo permanecen algunos fragmentos de sus obras.

METODIO 260-315 d.C. Obispo de la iglesia de Tiro y mártir. Escribió contra algunas de las especulaciones excesivas de Orígenes.

MONTANISTAS Secta que se llamó el movimiento de “la profecía nueva,” pero la iglesia la llamó “montanistas” por su fundador, Montano. Ellos afirmaban que el Consolador o el Espíritu Santo seguía dando ordenanzas a la iglesia. Los miembros de la secta a menudo “profetizaban” mientras se encontraban en un frenesí emocional incontrolable.

ORÍGENES 185-255 d.C.

Una mente aguda dedicada a Dios- Entre los alumnos de Clemente en Alejandría había un joven hábil llamado Orígenes. Cuando Orígenes tenía sólo 17 años, estalló una persecución severa en Alejandría. Los padres de Orígenes eran cristianos fieles, y cuando su padre fue apresado, Orígenes le escribió una carta, animándolo a que permaneciera fiel y no renunciara a Cristo por causa de su preocupación por su familia. Cuando se anunció la fecha para su juicio, Orígenes decidió acompañar a su padre al juicio para morir con el. Pero durante la noche anterior, mientras dormía, su madre escondió toda su ropa para que no pudiera salir de la casa. Así es que se le salvó la vida. Aunque tenía sólo 17 años, Orígenes, alumno de Clemente de Alejandría, se distinguió en la iglesia de Alejandría por el cuidado amoroso que prestaba a sus hermanos en la fe durante la persecución. Pero las turbas enfurecidas también notaron el cuidado de Orígenes por los cristianos perseguidos, y en varias ocasiones Orígenes apenas escapó con la vida. Orígenes había aprendido la gramática y la literatura griega de su padre, y empezó a dar clases privadas para sostener a sus hermanos menores. Era maestro tan sobresaliente que muchos padres paganos mandaron a sus hijos a recibir instrucción de Orígenes. Pero muchos de estos jóvenes se convirtieron en cristianos como resultado del testimonio de Orígenes.
Mientras tanto, Clemente, el maestro encargado del adoctrinamiento de los nuevos conversos, estaba en peligro. Los oficiales de la ciudad tramaron su muerte, y él se vio obligado a escapar a otra ciudad para continuar su servicio cristiano. En una decisión extraordinaria, los ancianos cristianos de Alejandría le nombraron a Orígenes, de sólo 18 años, para tomar el lugar de Clemente como maestro principal en la escuela para los nuevos conversos. Fue decisión sabia, y Orígenes se dedicó de corazón a la obra. Dejó su profesión de pocos meses como instructor de gramática y literatura. Vendió a plazos todos sus libros de obras griegas, viviendo en la pobreza de lo poquito que recibió mensualmente de la venta de ellos. Rehusó aceptar sueldo alguno por su trabajo como maestro cristiano. Y después de sus clases de cada día, estudiaba las Escrituras hasta horas avanzadas de la noche.
Pronto Orígenes llegó a ser uno de los maestros más estimados de su día. A los pocos años, algunos de sus alumnos le pidieron que diera una serie de discursos de exposición bíblica, comentando sobre cada libro de la Biblia, pasaje por pasaje. Los alumnos pagaron escribas los cuales escribieron lo que Orígenes decía, y estos escritos llegaron a ser los primeros comentarios bíblicos que se produjeron. No fue intención de Orígenes que estos comentarios se tomaran muy en serio. A menudo él se salía del texto y daba suposiciones personales. En todo el comentario, mantuvo un espíritu apacible, poco contencioso. Muchas veces terminó su discurso, diciendo: “Bien que así me parece a mí, pero puede ser que otro tenga más entendimiento que yo.” Orígenes tenía una de las más brillantes mentes de su día. Estaba en correspondencia personal con uno de los emperadores romanos. Pero su fama también atrajo la atención de los enemigos de los cristianos. Varias veces tuvo que trasladarse para otro lugar para escapar de la persecución. Sin embargo, llegó a los 70 años. En ese entonces sus perseguidores lo aprehendieron y lo torturaron. Pero por más que lo torturaron, él no negó a Jesús. Y al fin dejaron de torturarlo, exasperados. Con todo, Orígenes nunca se recuperó de la tortura y al fin murió.

PAPÍAS 60-130 d.C. Obispo de Hierápolis en Asia Menor, un discípulo de Juan y compañero de Policarpo. Su testimonio concerniente a los evangelios de Mateo y Marcos ha sido invalorable para la iglesia.

POLICARPO 135 d.C. Discípulo y compañero personal del apóstol Juan. El martirio de Policarpo servía de modelo de fe y de devoción a las congregaciones de Asia. En su juventud él acompañó al apóstol Juan y aprendió a sus pies. Evidentemente, Juan mismo lo ordenó como obispo de la congregación en Esmirna.2 Si es correcto que “los ángeles” de las siete iglesias de Apocalipsis se refieren a los obispos de las iglesias, entonces “el ángel” de la iglesia en Esmirna pueda haber sido el mismo Policarpo. (Véase Apocalipsis 1.20 y 2.8.) Si es así, qué grato es notar que el Señor Jesucristo no reprendió en nada a la iglesia de Esmirna. Policarpo vivió hasta una edad de por lo menos 87 años. Fue martirizado alrededor del año 155 d. de J.C.

TACIANO 160 d.C. Discípulo de Justino Mártir y apologista cristiano. Su obra más famosa fue el Diatesarón, una harmonía de los evangelios. Lamentablemente, después de la muerte de Justino, Taciano se unió a una secta herética. Todas sus citas aquí son del periodo fiel de Taciano.

TERTULIANO 140-230 d.C. Apologista a los romanos A los cristianos del occidente, Tertuliano es quizás el más conocido de todos los escritores cristianos de los primeros siglos. Llegó a ser anciano en la iglesia de Cartago en el África del norte. Tertuliano era uno de los apologistas más hábiles de la iglesia primitiva. El escribió en latín, no en griego como la mayoría de los primeros cristianos. A Tertuliano se le recuerda por varios dichos famosos, por ejemplo: “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia.” Tertuliano escribió entre los años 190 y 210 d. de J.C. Además de sus obras apologéticas, Tertuliano escribió varias obras cortas, tanto cartas como tratados, para animar a los cristianos apresados o para exhortar a los creyentes que mantuvieran su separación con el mundo. Al final de su vida, Tertuliano se unió a la secta montanista, la cual por lo general se aferró a la doctrina cristiana ortodoxa, pero añadió normas estrictas sobre la disciplina en la iglesia y el trato duro del cuerpo. Por lo menos la mitad de las obras de Tertuliano se escribieron antes que él se hiciera montanista. Y además, ya que este grupo no se apartó de los fundamentos de la fe cristiana, aun sus escritos de después tienen gran valor en iluminar el pensamiento de los primeros cristianos. Con todo, hemos citado de sus obras montanistas sólo con mucho cuidado.

¿POR QUÉ SON IMPORTANTES LOS ESCRITOS DE LA IGLESIA PRIMITIVA?

¿LOS PRIMEROS CRISTIANOS ENTENDIERON MEJOR A LOS APÓSTOLES?

Los cristianos que creen en la Biblia usualmente piensan que son seguidores del cristianismo como lo enseñaron los apóstoles. Los primeros cristianos también creían que seguían las enseñanzas apostólicas. ¿Cómo podemos saber si ellos seguían mejor la norma establecida por los apóstoles, o si la iglesia moderna la sigue mejor?
Nos llega el pensamiento: “Bueno, comparemos lo que ellos enseñaban y lo que la iglesia actual con la Biblia.” Muy bien, pero tal respuesta realmente no resuelve el problema. Los primeros cristianos basaban sus creencias en la Biblia, lo mismo que hacen todas las denominaciones. Citaban las Escrituras para apoyar lo que decían, como también lo hacemos nosotros. El problema al fondo llega a ser uno de interpretación. Bien que podemos comparar sus interpretaciones de las Escrituras con las nuestras, pero esto por sí solo no resuelve el problema.
Hay todavía otra pregunta que hacer: ¿Es más probable que la interpretación de la iglesia moderna sea la correcta, o la de ellos?

La ventaja del tiempo

Es de interés notar que los primeros cristianos tenían una disputa con los gnósticos que es muy semejante a la disputa de la iglesia evangélica con ellos. Tanto la iglesia primitiva como los gnósticos afirmaban que estaban en lo correcto en cuanto al evangelio. Tertuliano escribió: “Yo digo que el evangelio mío es el correcto. Marciano [un maestro gnóstico principal] dice que el suyo es el correcto. Yo digo que el evangelio de Marciano se ha adulterado. El dice que el mío se ha adulterado. Bueno, ¿cómo podemos resolver esta disputa, excepto por el fundamento de tiempo? Según este fundamento, la autoridad la tiene el que tiene la posición más antigua. Esto se basa en la verdad elemental que la adulteración está con aquel cuya doctrina originó más recientemente. Ya que el error es la falsificación de la verdad, la verdad tenía que existir antes del error.”
El fundamento de tiempo utilizado por Tertuliano es uno de los fundamentos que los historiadores utilizan para evaluar informes históricos contradictorios. Un informe escrito más cerca en tiempo al hecho histórico usualmente se considera más confiable que un informe escrito después. De semejante manera, los eruditos utilizan el fundamento de tiempo para evaluar la fidelidad de los manuscritos de la Biblia. Donde difieren los manuscritos, generalmente se toma más en cuenta los más antiguos, y no los más recientes.
Piénselo usted. ¿Confiaría usted en un manuscrito del Nuevo Testamento que difería de los demás y que fue producido 1400 años después de que murieron los apóstoles? Especialmente si tuviera un manuscrito disponible que fue escrito unos pocos decenios después de la muerte de los apóstoles, ¿confiaría aún en el más reciente? ¿Por qué, pues, escogemos doctrinas que se enseñaron por primera vez 1400 años después de la muerte de los apóstoles, o aun después de eso? Tenemos a la vista las doctrinas que enseñaron los primeros cristianos que vivían apenas unos pocos decenios después de los apóstoles.

El efecto acumulativo de cambios leves

Una copia que se hace no reproduce exactamente el original. El cristianismo ha sido copiado de una generación a otra, y a través de los años esto ha producido cambios. De una generación a la próxima, la mayoría de los cambios han sido muy leves, casi imperceptibles. No obstante, el efecto cumulativo de cambios leves hechos a través de muchos siglos puede producir cambios verdaderamente significantes. Tome, por ejemplo, la lengua española. De una generación a otra, nuestra lengua cambia levemente. El cambio se produce tan despacio que apenas nos damos cuenta de él. Notamos muy poca diferencia entre el hablar nuestro y el de nuestros abuelos. Sin embargo, a través de muchos años, el efecto cumulativo de tantos cambios leves produce una lengua muy diferente de lo que era. Por ejemplo, si nos pusiéramos a leer el español del siglo decimotercero, creeríamos estar leyendo una lengua apenas conocida.
Vemos lo mismo en cuanto al cristianismo. Estoy seguro que el cristianismo del segundo siglo no era una copia exacta del cristianismo apostólico. Pero los primeros cristianos del segundo siglo estaban, podemos decir, en la generación que seguía a la de los apóstoles. ¡Y nosotros vivimos alejados del cristianismo primitivo por 1900 años! ¿Será razonable decir que después de diecinueve siglos el cristianismo de hoy no ha cambiado del cristianismo de los apóstoles? ¿Especialmente cuando, a la vez, decimos que el cristianismo del segundo siglo había cambiado grandemente después de apenas 50 años?

La ventaja de lengua y de cultura de los primeros cristianos

Pero el fundamento de tiempo no es la única ventaja que los primeros cristianos llevaban con respecto a nosotros. Ellos también estaban en una posición mucho mejor para interpretar los escritos de los apóstoles.
¿Piensa usted en el griego antiguo?
Como primer punto, los primeros cristianos podían leer las Escrituras del Nuevo Testamento en el griego original de los apóstoles. ¿Cuántos de nosotros podemos hacer esto? Algunos pastores han estudiado el griego antiguo varios años en los seminarios. Pero pocos de ellos dominan bien el griego. La mayoría de ellos ni pueden leer un texto griego sin la ayuda de un léxico griego-español. ¿Y los primeros cristianos? No tenían que estudiar el griego antiguo; era su lengua materna. No sólo hablaban el griego; pensaban en griego.
¿Cuánto entendemos nosotros de la cultura temprana del mundo mediterráneo?
¿Qué de la barrera cultural? La mayoría de los cristianos de hoy saben muy poco acerca de la cultura y el ambiente histórico de la época del Nuevo Testamento. Y muchas veces, lo que creen saber resulta más falso que cierto. Aun los eruditos que dedican la vida entera al estudio de la cultura y el ambiente histórico del Nuevo Testamento jamás podrán entenderlo tan bien como lo entendían aquellos que vivían en ese tiempo. De esta manera, otra vez los primeros cristianos llevan una ventaja importante sobre nosotros en cuanto a entender las Escrituras.
¿Hemos hablado nosotros con el apóstol Juan?
Como punto final, la primera generación de primeros cristianos tuvo la oportunidad de oír a los apóstoles personalmente, como también de hacerles preguntas.
Clemente de Roma es un ejemplo. El era discípulo personal tanto del apóstol Pablo como también del apóstol Pedro. Pablo habla específicamente de Clemente en su carta a los filipenses: “Asimismo te ruego a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses 4.3). ¿Será probable que Clemente, el compañero personal de Pablo, entendiera mal lo que Pablo enseñaba acerca de la salvación? ¿Por qué hablaría Pablo con tanto aprecio de su colaborador si éste enseñara el error?
Ya he hablado de la relación de Policarpo con el apóstol Juan, quien le ordenó como obispo de la iglesia de Esmirna. Si los “ángeles” de las siete iglesias de Apocalipsis se refieren a los obispos de estas iglesias, bien es posible que el “ángel” de Esmirna fuera el mismo Policarpo. Y, en Apocalipsis, Jesús no dice ni una palabra acerca de algún error doctrinal en la iglesia de Esmirna. De verdad, Jesús no tuvo que corregir nada en esta iglesia. Nada (Apocalipsis 2.8-11). Claro que la iglesia de Esmirna caminaba muy bien bajo el liderazgo de Policarpo; de otra manera lo hubiera dicho el Señor.
Para los primeros cristianos oír a los apóstoles explicar sus propios escritos no era lujo; era necesario. ¿Qué comentó Pedro mismo de los escritos de Pablo? “Nuestro amado hermano Pablo. . . os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia destrucción” (2 Pedro 3.15-16). Pedro escribía a primeros cristianos que dominaban bien el griego y que entendían perfectamente la cultura en que vivían, la misma que tenía Pablo. Mas aun con estas ventajas, Pedro admite de que hay cosas “difíciles de entender” en los escritos de Pablo. Y nosotros, que vivimos distanciados de ellos por casi 2000 años y hablamos otro idioma, ¡creemos que es imposible que entendiéramos mal los escritos de Pablo!

La mayoría de las enseñanzas de los apóstoles era hablada

Todas las enseñanzas de Jesús se comunicaban oralmente. El no dejó ni siquiera una palabra escrita de instrucción para la iglesia primitiva. Cuando la iglesia primitiva tuvo su principio en el día de Pentecostés, la única enseñanza cristiana que tenía era la palabra hablada. De hecho, el Nuevo Testamento que conocemos hoy no se completó hasta casi terminar el primer siglo. Por esta razón la iglesia del primer siglo tenía que depender mayormente de las enseñanzas habladas de los apóstoles. Y los apóstoles enseñaban oralmente a estos cristianos.
¿Realmente cree usted que el apóstol Pablo, evangelista y maestro incansable, no enseñó nada más a las iglesias sino sólo las 13 o 14 cartas breves que tenemos en nuestro Nuevo Testamento? ¡Claro que enseñó más! Pablo exhortó a los tesalonicenses: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2.15). Pablo deseaba que los cristianos siguieran sus enseñanzas habladas tanto como las escritas.
¿Y qué de los demás apóstoles? ¿Cree usted que Pedro nunca escribió nada sino unas siete páginas? ¿Y qué de los apóstoles Andrés, Jacobo, Felipe, Bartolomé, Tomás, Jacobo (el hijo de Alfeo), Simón el cananista, y Judas (hijo de Alfeo)? ¿En verdad cree que ellos no tenían nada que compartir con la iglesia primitiva? ¡Increíble! Estos eran los hombres que Jesús mismo había escogido. Habían andado con él por tres años, un grupo de discípulos íntimos que escucharon sus enseñanzas. Según el testimonio de la iglesia primitiva, todos los apóstoles dedicaban su vida a la predicación del evangelio, enseñando constantemente.
Pablo escribió a los corintios: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué” (1 Corintios 11.2). Pablo sigue con una amonestación a algunas mujeres de Corinto que no llevaban un velo sobre la cabeza. No sabemos de ningún mandamiento apostólico escrito antes de eso de que las mujeres cristianas llevaran un velo cuando oraban o profetizaban. Pero claramente los apóstoles habían dado una instrucción hablada. Y Pablo testifica que las iglesias ya tenían una costumbre en cuanto al uso del velo: “Si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre [la de andar una mujer sin velo], ni las iglesias de Dios” (1 Corintios 11.16).
Por favor no se adelante aquí concluyendo que existan otras doctrinas, u otros mandamientos morales, u otras revelaciones que recibieron los primeros cristianos sólo verbalmente. En verdad, los escritos de los primeros cristianos dan una evidencia amplia de que no había ninguna doctrina sino sólo las que tenemos escritas. Nuestro Nuevo Testamento contiene todas las doctrinas y todos los mandamientos morales necesarios para la vida cristiana.
En vez de eso, la tradición apostólica (o sea, las enseñanzas habladas de los apóstoles) constaba de dos cosas mayores. Primero, establecían o aprobaban prácticas respecto a la adoración y el compañerismo cristiano. En verdad, la iglesia primitiva recibió la mayoría de sus prácticas en estos puntos por tradición apostólica hablada, no por escrito. Por ejemplo, en ninguna parte del Nuevo Testamento leemos cuándo deben reunirse los cristianos, o cuántas veces deben celebrar la santa cena. Pero el testimonio de los primeros cristianos nos enseña que definitivamente había tradiciones dadas por los apóstoles y sus compañeros en cuanto a esos puntos.
El gobierno de la iglesia también se estableció por tradición apostólica, o sea por las enseñanzas habladas de los apóstoles. Cuando Pablo dio a Timoteo y Tito las instrucciones acerca de escoger ancianos y diáconos para la iglesia primitiva, no instituía una nueva forma de gobernar la iglesia primitiva (1 Timoteo 3.1-13; Tito 1.5-9). Sencillamente describía a los hombres que debían ser escogidos para tomar los puestos que todos ya conocían.
En segundo lugar, las enseñanzas habladas de los apóstoles aclaraban y explicaban los puntos que se habían tratado (o que pronto serían tratados) en los escritos que componen el Nuevo Testamento. Los apóstoles nunca idearon que la iglesia primitiva debiera interpretar sus escritos por sí solos, aparte de las muchas enseñanzas habladas que daban. Y ya que la iglesia primitiva se aferraba a las abundantes instrucciones habladas de los apóstoles, llevaban una ventaja enorme a nosotros en cuanto a interpretar los escritos de los apóstoles.
Pero, por favor, no confunda usted las tradiciones apostólicas con las tradiciones humanas adoptadas por las iglesias después. La gran mayoría de las tradiciones enseñadas por la iglesia católica romana y por la iglesia ortodoxa (de Grecia y Rusia) eran desconocidas a los primeros cristianos. Tales tradiciones se adoptaron después del tiempo de Constantino.
¿Será que los primeros cristianos a propósito falsificaron la verdad? Los primeros cristianos estaban en mejor posición para entender e imitar a los apóstoles.

¿SE FALSIFICARON A PROPÓSITO LAS ENSEÑANZAS DE LOS APÓSTOLES?

Si el cristianismo cambió radicalmente dentro de pocos decenios después de la muerte del apóstol Juan, no creo que fuera porque la iglesia no entendiera las enseñanzas de los apóstoles. Seamos razonables. Si los cristianos que recibieron instrucción personal de los apóstoles no pudieron entender sus enseñanzas, ¿quién las podrá entender? Por esto digo, si los cristianos se apartaron fundamentalmente del cristianismo de los apóstoles, tuvieron que haberlo hecho a propósito, con pleno conocimiento.

Creían que no habría ninguna nueva revelación de Dios

¿Creían los primeros cristianos que los apóstoles erraron en algunos puntos de la fe? ¿Creían que la iglesia primitiva había recibido alguna revelación nueva después de la muerte de los apóstoles? ¿O que la doctrina apostólica llegó a pasar de moda?
La respuesta a todas estas preguntas es un “no” inequívoco. La iglesia primitiva enseñaba claramente que no hubo ninguna revelación nueva después de la muerte de los apóstoles. Creían firmemente que todo lo que podemos saber de Dios ya nos fue revelado por medio de los apóstoles. Además, la iglesia creía que los apóstoles no habían enseñado nada erróneo y que sus enseñanzas aplicaban a los cristianos hasta el fin del siglo.
Por ejemplo, Tertuliano escribió: “En los apóstoles del Señor hallamos nuestra autoridad. Pero ni aun ellos se atrevieron a introducir nada nuevo, mas fielmente entregaron a las naciones (de todo el mundo) la doctrina que ellos habían recibido de Cristo. Por lo tanto, si aun ‘un ángel del cielo. . . anunciare otro evangelio’, que sea anatema [Gálatas 1.8]. . . Por lo tanto, tenemos esta norma: Ya que el Señor Jesucristo mandó a los apóstoles que predicaran [el evangelio], no recibimos ningún otro que predica sino sólo a los mandados por Cristo. . . El Hijo no reveló [a su Padre] a nadie sino sólo a los apóstoles, a quienes también encargó que predicaran lo que les había revelado.”
En verdad, el desacuerdo principal de la iglesia primitiva con los grupos heréticos trataba eso mismo: el tema de revelación. Casi todos los herejes afirmaban tener revelaciones nuevas además de las de los apóstoles.
Los primeros cristianos se aferraban firmemente a la posición de que no habría otra revelación de Dios después de la revelación dada a los apóstoles. Por eso, la iglesia primitiva rechazaba inmediatamente cualquier enseñanza que no habían recibido de los labios de los apóstoles.

Los líderes de la iglesia primitiva eran hombres de integridad

Pero, para continuar nuestra discusión, el hecho de que los primeros cristianos decían que no había ninguna revelación después de la que fue dada a los apóstoles no quiere decir que ellos mismos no cambiaran con astucia las enseñanzas apostólicas, con intención de engañar. ¿Qué de su integridad? ¿Eran ellos hombres honrados, temerosos de Dios, o eran buscadores poco escrupulosos de la riqueza y el poder? La evidencia incontrovertible es que ellos eran hombres temerosos de Dios, humildes y honrados. Como primer punto, no recibieron ninguna remuneración económica por su posición. No se les pagaba ningún salario. Los que servían como ancianos en la iglesia primitiva se negaban de las comodidades de la vida y vivían en pobreza. Sólo los herejes sacaban ganancia de su posición de liderato. Había muy poco que pudiera atraer uno a una posición de liderato en la iglesia primitiva sino sólo un anhelo honrado de servir a Dios.
Más que eso, en tiempo de persecución, los líderes de la iglesia primitiva eran el grupo más buscado de los soldados y de las muchedumbres. Durante algunas épocas, ser nombrado como anciano de iglesia casi equivalía a recibir la pena de muerte. Con todo, casi sin excepción, los líderes de la iglesia primitiva estaban dispuestos a soportar las torturas inhumanas antes de negar a Cristo. Muchos de los líderes cristianos que citamos en este diccionario, Ignacio, Policarpo, Justino, Hipólito, Cipriano, Metodio, y Orígenes, de buena voluntad dieron sus vidas por su fe en Jesucristo. Si estos hombres hubieran sido engañadores sin escrúpulos, torciendo las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles, ¿hubieran estado dispuestos a morir por Cristo? Los gnósticos no estaban dispuestos a morir por su fe. Aunque afirmaban haber recibido nuevas revelaciones de Dios, cuando les hacía frente la tortura y la muerte, pronto se rendían y negaban su fe. Pocas personas están dispuestas a morir por un engaño conocido.
¿No usamos esta misma verdad cuando defendemos la veracidad de la resurrección de Jesús? ¿No decimos que los apóstoles no hubieran estado dispuestos a dar sus vidas por un engaño que ellos mismos iniciaron? ¿Qué nos hace creer que los seguidores de los apóstoles hubieran muerto por un engaño?

Los primeros cristianos reunieron y preservaron el Nuevo Testamento

En verdad, la autenticidad de nuestro Nuevo Testamento tiene su fundamento en la integridad de los primeros cristianos. A fin de cuentas, los líderes de la iglesia primitiva reunieron, preservaron, y probaron la autenticidad de los escritos que nosotros ahora llamamos el Nuevo Testamento.
Algunos cristianos hoy en día creen equivocadamente que los apóstoles, antes de morir, reunieron sus escritos y los entregaron a la iglesia primitiva, un libro completo. Suponen que ellos les dijeron a los cristianos de entonces: “Aquí está el Nuevo Testamento. Con esto, no les falta nada. Aquí esta la revelación de Dios.” Pero no fue así. Las distintas cartas y libros escritos por los apóstoles no fueron reunidos todos por una sola iglesia en un libro. Unas iglesias reunieron unos; otras iglesias, otros. Los apóstoles nunca dejaron dicho a las iglesias cuáles escritos aceptar y cuáles desechar. Los primeros cristianos tenían que decidir ellos mismos cuáles escritos fueron legítimos de los apóstoles y cuáles no lo fueron. Y eso no era tan fácil.
Ahora, si decimos que los primeros cristianos no eran hombres honrados, nos colocamos entre la espada y la pared. Si ellos a propósito cambiaron las enseñanzas de los apóstoles, tenemos que decir que, con toda probabilidad, también cambiaron los escritos de los apóstoles. Entonces, ¿qué base queda para nuestras creencias? Resulta que cuando defendemos el Nuevo Testamento como legítimo y auténtico, estamos defendiendo también la integridad de los primeros cristianos. Usamos el testimonio de ellos y su aceptación de estos escritos como nuestro fundamento primordial de defensa.
La integridad de estos hombres se nota especialmente en sus decisiones de cuáles libros incluir en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, entendiendo la doctrina de los primeros cristianos respecto a las obras y la salvación, creeríamos que la iglesia primitiva hubiera dado gran énfasis a la carta de Santiago, aceptando sin demora su autenticidad. A la vez, esperaríamos que se opusieran a la carta de Pablo a los romanos. Pero fue todo al contrario. Los primeros cristianos pocas veces citaban de la carta de Santiago, y por un tiempo muchas iglesias dudaban de su autenticidad. Por contraste, citaban muchas veces de las cartas de Pablo, e incluían sin demora sus cartas en el Nuevo Testamento.
¡Qué integridad más tremenda! Dudaban la autenticidad del libro que más los apoyaba en su doctrina de la salvación. Al mismo tiempo, aceptaban sin demorar aquellos libros que al parecer daban menos énfasis a lo que creían. ¿Tuviéramos nosotros tan grande integridad?

Los primeros cristianos eran muy conservadores

Los primeros cristianos eran muy conservadores. Para ellos el cambio equivalía al error. Ya que no esperaban ninguna revelación fuera de la de los apóstoles, desechaban de inmediato cualquier enseñanza que no habían recibido de los apóstoles. Por ejemplo, en la carta que una congregación escribió a otra congregación, tenemos lo siguiente: “Ustedes entienden muy bien, sin duda, que aquellos que desean promover nuevas doctrinas se acostumbran pronto a pervertir las pruebas en las Escrituras que desean usar, conformándolas a su propio parecer. . . . Por lo tanto, un discípulo de Cristo no debe recibir ninguna doctrina nueva, ninguna que se añade a lo que ya nos fue dado por los apóstoles.”
Cuando uno cree que cualquier cambio constituye error, las cosas no cambian mucho. Si comparamos el cristianismo del segundo siglo con el de tercer siglo, vemos esto mismo muy bien. Cuando comparamos los escritos de los dos siglos, vemos muy pocos cambios en las doctrinas enseñadas en todas las iglesias o en los preceptos morales que seguían. Había algunos cambios leves, sí, pero mayormente tenían que ver con el gobierno de la iglesia y su disciplina.

Los Primeros Cristianos Consultaron los discípulos de los apóstoles

Otra cosa que impresiona acerca de los primeros cristianos era su deseo sincero de evitar el extraviarse por descuido de las prácticas de los apóstoles. La iglesia primitiva del primer siglo se aferró a las enseñanzas por palabra de los apóstoles y consultaron con los apóstoles cuando surgía cualquier duda. Si no podían consultar con los apóstoles, consultaron con los ancianos de aquellas iglesias donde los apóstoles habían enseñado personalmente. Esta última costumbre se practicaba hasta el tiempo de Constantino. Por ejemplo, Ireneo escribió: “Pongamos que se levanta entre nosotros una discusión sobre un punto importante. ¿No debiéramos volver a las iglesias más antiguas con las cuales los apóstoles trataban, aprendiendo de ellas lo que es cierto y manifiesto en cuanto a nuestra duda?”
Recordemos que hasta el año 150 había ancianos en la iglesia primitiva quienes habían sido instruidos personalmente por uno o más de los apóstoles. Hasta los principios del tercer siglo, había líderes en la iglesia primitiva quienes recibieron instrucción de los discípulos personales de los apóstoles. Claro, consultar con las iglesias fundadas por los apóstoles no era lo mismo que consultar con los mismos apóstoles. Pero cuando tomamos en cuenta el espíritu muy conservador de la iglesia primitiva, vemos que constituye un método válido para evitar desviarse de las prácticas y las enseñanzas de los apóstoles.
Aquí debemos notar que esta costumbre se practicaba voluntariamente. Ninguna iglesia tenía autoridad sobre otras iglesias. Recordemos también que esta costumbre no se basaba en el pensamiento que las iglesias fundadas por los apóstoles tuvieran alguna revelación o autoridad nueva, sino en que servían como el eslabón mejor a la revelación dada a los apóstoles.

Todos enseñaban las mismas doctrinas fundamentales

El cristianismo primitivo se caracteriza por una diversidad de creencias sobre los puntos menos importantes de doctrina. A la vez, la gran mayoría de las doctrinas y las prácticas fundamentales, se enseñaban casi universalmente en la iglesia primitiva. Esta universalidad de las doctrinas fundamentales de la iglesia primitiva nos convence que estas doctrinas venían de los apóstoles. No había ningún cristiano en el segundo siglo que hubiera tenido tal grado de influencia en todas las iglesias que hubiera podido originar una doctrina nueva que sería aceptada en todas.
Si las iglesias se hubieran apartado de la única fe verdadera predicada por los apóstoles, ¿cómo es posible que todas resultaran enseñando lo mismo? En ese tiempo, no había ningún papa, ni jerarquías eclesiásticas, ni concilios mundiales, ni seminarios, ni siquiera impresos. No había ninguna manera de diseminar enseñanzas erróneas en todas las iglesias. No había ni siquiera un credo que fuera usado en todas las iglesias de los siglos dos y tres. Cada congregación tenía su propia declaración de doctrina cristiana. Entonces, ¿en qué manera hubieran podido estas iglesias llegar a las mismas interpretaciones y prácticas si no es que siguieron fielmente lo que les fue enseñado por Pablo y los demás apóstoles? Y notemos una cosa más. Trescientos años después de la muerte de Cristo, los cristianos formaban un cuerpo unido. Pero, trescientos años después de la Reforma, los cristianos estaban divididos entre centenares de grupos y sectas disidentes. ¿No deberemos aprender algo de este hecho?

¿Qué dijo Jesús acerca de sus enseñanzas?

Por fin, y como punto más importante, tenemos el testimonio de Jesús mismo acerca de estos cristianos. Al final del primer siglo, él evaluó a siete iglesias y dejó escrito su evaluación en el libro de Apocalipsis. Muy pocos años separaron este libro escrito por Juan de los primeros escritos que he citado en este libro. Lo cierto es que las cartas de Ignacio y Clemente de Roma probablemente se escribieron antes que Apocalipsis.
En el libro de Apocalipsis, ¿qué dijo Jesús a estas siete iglesias representantes de las demás? ¿Las reprendió por sus doctrinas falsas? ¿Les censuró porque creían que las obras tienen que ver con la salvación? No. Muy al contrario.
Les exhortó que aumentaran sus obras. Dijo a la iglesia en Sardis que sus obras no eran completas. Pero no dijo nada a ninguna iglesia acerca de sus doctrinas fundamentales. Su censura más importante contra estas iglesias era que daban lugar entre ellos a algunos maestros inmorales y a las personas que los seguían. Y este problema sí se remedió en el segundo siglo.
No hay nada en los mensajes de Jesús a las siete iglesias que nos hiciera creer que ellas enseñaran doctrinas falsas. Como ya dije, Jesús no reprendió en ningún punto a la iglesia de Esmirna, iglesia donde Policarpo era el obispo. ¿Qué medida de aprobación mayor que ésa pudieran recibir? Agradaban a Dios.