SI LA IGLESIA PRIMITIVA FUERA LA IGLESIA DE HOY
Camina conmigo por la senda que muchos en otrora transitaron por ella dejando unas huellas que con el tiempo han querido borrar, y aunque han pasado muchos siglos, ni las arenas de los circos romanos ni las persecuciones han podido ni podrán esconderlas de aquellos que (por muy torpes que sean), están comprometidos con Jesucristo hasta las últimas consecuencias. Ni los tiempos modernos ni la frialdad espiritual, ni la pérdida del amor hacia Dios que muchos han caído, podrán detenernos de seguir caminando aunque a veces con pasos lentos iremos por un largo viaje, un viaje maravilloso y a la vez con muchos obstáculos en el camino.
¿Qué cosas hallaremos en esta senda, queridos hermanos? Ciertamente nada que agrada a los deseos humanos o la carne; el aborrecimiento nos amenaza por un lado y las calumnias por el otro; y en medio de ambos solamente se encuentran el sufrir por la causa de aquel que sufrió por nosotros en la cruz. Las horas de oración, las vigilias, el sometimiento a la palabra de Dios e innumerables momentos de estar en su presencia, son los que someten a cada creyente a permanecer como viendo al invisible, que a la vez es un acuerdo mutuo entre Él y yo. Vale morir mil veces por El.
En mi espíritu veo a un grupo de seres humanos con un revestimiento de la gloria de Dios, dispuestos a no ganar la vida sino a perderla por la causa de ese peso de gloria que en el creyente ha de manifestarse. Veo cuerpos sin fuerzas pero que se mantienen firmes en medio de las arenas donde pelean los valientes, cuerpos quemados por los dardos de fuego del maligno sin dejar caer el escudo de la fe.
Veo cuerpos que van de camino al cementerio a enterrarse ellos mismos porque saben que tienen que morir para vivir, anhelando una vida mejor. Así pues, tenemos que caminar por este mundo que no es nuestra morada. Caminemos como Ezequiel por en medio de un valle de huesos secos, en medio de esqueletos sin vida. Así es la vida sin Dios. No valen las comodidades ni las riquezas. Todo es efímero y pasajero hoy vivimos y mañana moriremos, ¿pero que de lo perdurable? Lo eterno vale mas que el oro perecedero de este mundo.
Anhelamos la canción de la tórtola que anuncie que el invierno de la prueba ya pasó, que vino la primavera para sentir la esperanza de gloria en el corazón. Lo completo de Dios en el alma, la vida eterna en Dios por los siglos.
Sin embargo, nuestros corazones se llenan de gozo, nos deleitamos en nuestro Dios y seguimos adelante peleando la buena batalla de la fe echando mano de la vida eterna. Este es el camino del peregrino, de aquel que no es de este mundo ni del sistema de cosas, es un hermoso caminar. Nos revestimos de su presencia y nos llenamos de su Espíritu porque sabemos que nos esperan los valles de la muerte, sin ningún temor porque El va con nosotros para manifestar la vida; porque es en la puerta del valle de sombra de muerte que está la entrada a los cielos, la puerta al bendito palacio; una puerta verdaderamente estrecha, en cuyos postes quedan adheridos la carne y la sangre y los sufrimientos; pero por esta puerta se entra a espaciosas moradas celestiales y al jardín infinito y eterno del bendito paraíso…para estar en la presencia de aquel que sufrió por nosotros aquí en la tierra.
Con mucho amor en Cristo,
Pastor David Perez.
Con mucho amor en Cristo,
Pastor David Perez.