El apóstol Felipe siendo apedreado hasta morir con su cabeza atada a un pilar.
Después de haberse distribuido los países, enseñó por varios años en Cintia, donde fundó muchas iglesias; y desde Siria hasta la parte más alta del Asia cayó en su parte, donde cimentó la fe en muchos de esos lugares.
Finalmente vino a Frigia e hizo muchas señales en Hierápolis. Allí, los ebionitas1, quienes no sólo negaban la divinidad de Cristo, sino también adoraban ídolos, continuaron obstinadamente en sus doctrinas blasfemas e idolátricas, y no escucharon a este apóstol de Cristo; sino que lo aprehendieron, y habiendo atado su cabeza unida a un pilar, lo apedrearon. De esta manera pasó la muerte por él y cayó dormido en el Señor. Y su cuerpo fue enterrado en la ciudad de Hierápolis.
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