En cuanto a la manera en que los cristianos fueron torturados y muertos en tiempos de Nerón, A. Melino da la siguiente narración de Tácito y de otros escritores romanos. Cuatro formas de tortura extremadamente crueles e innaturales fueron empleadas contra los cristianos.
Primeramente, los vestían con pieles de animales domésticos y salvajes para luego ser despedazados por perros u otros animales salvajes. En segundo lugar, siguiendo el ejemplo de su Salvador, los fijaban vivos a cruces de diversas maneras.
En tercer lugar, después de herirlos cruelmente con azotes o varas, los cristianos inocentes eran quemados y ahumados por los romanos, poniendo antorchas y lámparas debajo de sus hombros y en otras partes blandas de sus cuerpos desnudos. También los quemaban con virutas de madera encendidas y con haces de leña. Para eso, ataban a los cristianos a estacas que costaban apenas medio estatero, que es como un centavo cada una. Por tal motivo, a los cristianos se les consideraba personas de poco valor, y así eran quemados a fuego lento.
En cuarto lugar, estos mártires cristianos acusados miserablemente eran usados como velas, antorchas o lámparas, para dar luz y así iluminar de noche los coliseos romanos.
A algunos los ataban o clavaban a estacas, sujetándolos con un gancho que les insertaban por la garganta para que no pudieran mover la cabeza cuando derramaban sobre su cabeza cera, sebo y otras sustancias inflamables e hirvientes, y entonces les prendían fuego. Como resultado de esto, toda la materia untuosa del cuerpo humano, derritiéndose al caer, iba formando surcos largos sobre las arenas del teatro. De este modo, seres humanos eran encendidos como antorchas y quemados como lumbreras en la noche para los malvados romanos.
Juvenal y Marcial, ambos poetas romanos, así como también Tertuliano, cuentan esto de manera diferente, diciendo que los romanos los envolvían en un manto de dolor o de fuego, atando sus manos y pies, a fin de que se les derritiera el mismo tuétano de los huesos.
Lo que es más, A. Melino declara de los ya mencionados autores, en lo concerniente a aquellos mantos, que los tales eran hechos de papel o de lino. Los empapaban gruesamente de aceite, brea, cera, resina, sebo o azufre, y se los rociaba por todo el cuerpo para luego encenderlos.
Para presenciar este espectáculo, Nerón donó sus jardines, apareciendo él mismo entre la gente, llevando la ropa de un cochero, tomando parte activa en los juegos como cochero y guiando un carro puesto de pie en el circo.
A continuación una cita de Tácito, un historiador romano no cristiano, describe los tormentos de la primera persecución imperial contra los cristianos llevada a cabo por Nerón:
A fin de contrarrestar el rumor (que señalaba a Nerón como el culpable del incendio de Roma), él acusó a personas llamadas por la gente “cristianos” y quienes eran odiados por sus fechorías, culpándolos y condenándolos a los mayores tormentos. El Cristo de quien habían tomado el nombre, había sido ejecutado en el reino de Tiberio por el procurador Poncio Pilatos; pero aunque esta superstición había sido abandonada por un momento, surgió de nuevo, no sólo en Judea, el país original de esta plaga, sino en la misma Roma, en cuya ciudad cada ultraje y cada vergüenza encuentra un hogar y una gran diseminación. Primeros unos fueron detenidos y confesados, y, después, basándose en su denuncia, un gran número de otros, quienes no eran acusados del crimen del incendio sino del odio a la humanidad. Su ejecución (la muerte de los cristianos) constituyó una diversión pública; fueron cubiertos con las pieles de fieras y después devorados por perros, crucificados o llevados a la pira y quemados al venir la noche, iluminando la ciudad. Para este espectáculo Nerón facilitó sus jardines, y hasta preparó juegos de circo en los cuales se mezcló con el pueblo con el traje de carretero, o montado en un carro de carrera.
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